viernes, 12 de abril de 2019

Hansel, Gretel y un camino manchado...

I

Cuando la necesidad se vuelve
culpa y las
paredes juegan a encerrar
sin fisuras
algo más que ideas,
ahogarse en el barro
puede ser la mejor opción,

llorar hasta perder la
consciencia para caer rendido y
la bandera blanca
anudada al cuello.

Cuando la necesidad se vuelve
oficio miro a esos ojos de
Caronte que sólo piden tregua,
que sólo buscan (c)alma.

Nace esa necesidad
con nombre ajeno y apellidos
viajando en primera clase
sin destino
hacia nuevos lugares
tan explorados;
saluda con la mano abierta y el
pecho cerrado a
unos turistas en su propia morada,
se sabe vulnerable


II

Caminar
con los pies descalzos
ya es costumbre,
el pecho forzado por
gusto y las manos
abiertas.

Ya no hay presión,
sólo agua que
sigue su ciclo
tan inconsciente como
activa.
Cada palabra ocupa su
lugar preciso
en un cosmos de caminos
sin marcar;
cada huella borra un
rostro que no aguantó más,
la necesidad se volvió
equipaje y
una vez a la espalda
ya no pesaba,
sólo empujaba,
seguía hacia delante,
obligaba a descansar;
la necesidad como equipaje se
quitó la culpa y el oficio
y se dedicó a sentir, a
destriparse por gusto y
buscar amor donde no
habita,
se sabe vulnerable

y por eso abre,
una vez más, la boca,
se quita los zapatos y
rompe su ropa
para empaparse,
volverse permeable
a la realidad bipolar que
asalta los tumultos periféricos.

III

Tirada en ese banco la
necesidad
espera sin prisa
sin tapujos ni trapos aparentes,
se entiende libre,
se recuerda viva,
mira el camino andado
y apunta

"sigue el viaje, y queda,
companyero".


Nada más por hoy, disfrutadlo y compartidlo. Seguid con vuestras cómodas vidas.