La única vía que comunicaba ambos lados era esa ventana que se abrió, igualando ambos lados.
Ante la ventana estaba el mismos paisaje de siempre, ningún abuelo sentado en los bancos y coches aparcados a ambos las de la calle, parecía un paraje desértico donde solo se movían las ramas del olivo y el único toque de humanidad era una bolsa de basura a lo lejos que simulaba la silueta de una persona.
Tras la ventana una situación similar, pocos síntomas de humanidad había, el aire frío también estaba presente y el viento que movía los olivos removía las hojas del escritorio aumentando, aunque de manera leve, el desorden y el caos del escritorio. Sentado frente la ventana un cuerpo al que el frío viento no conseguía mover a su voluntad como a los papeles pero que le contagiaba ese frío, un cuerpo inerte cuyo único movimiento era llevarse una botella de agua a la boca, una situación que hubiera quedado mejor con un vaso con whisky y hielos. En la parte que no se ve, miles de ideas que se juntaban unas con otras y pululaban sin rumbo por la cabeza. Así unos cinco minutos mientras el agua de la botella menguaba, y en el momento que se acabó la ventana se cerró; pero todo seguía igual, paisaje frío e inerte, cuerpo frío e inerte y una cabeza candente y revolucionada.
Bueno, nada más por hoy, disfrutadlo y compartidlo. Seguid con vuestras cómodas vidas.
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