lunes, 18 de marzo de 2013

Estudio de miradas...

-Tú sígueme, no tengas miedo, no voy a hacerte daño.
Ella obedecía, no sabía donde le llevaría la situación pero aquel flechazo en el bar le dio indicios de que algo iba a cambiar en su vida y que debía seguir ese impulso hasta el final.
-Ya casi hemos llegado.
Caminaban por un pequeño callejón oscuro; el paró, abrió una puerta y la invitó a entrar, a pesar del lugar y la situación nunca dejó de ser un caballero, emanaba buenas formas y  buenos modales solo con el primer vistazo que le echabas. Cerró la puerta tras ella y le dijo que siguiera caminando hasta el final del pasillo, aquella situación le causaba un tanto de miedo, pero se había propuesto no parar hasta ver como acababa, ya estaba harta de tanta monotonía y tantas relaciones sin amor, quería algo diferente y de momento se lo estaba ofreciendo. Entró en la habitación al fondo del pasillo, no se lo había dicho pero no había nada más, abrió la puerta, pasó dentro y esperó a que llegase. Era una habitación oscura con una pequeña ventana por donde entraban unos pequeños haces de luz lunar, la poca que hacía falta para llegar a encender la pequeña lampara con la que toda la habitación se bastaba para iluminarse. Su luz no era muy potente y le daba a la situación un toque incluso romántico. No había gran cosa más, un minibar, una mesa y dos sillas a su alrededor. No decían nada, él la miraba fijamente a los ojos y ella le aguantaba la mirada, como si ambos buscaran en las retinas del otro un secreto, algo que solo se podía encontrar ahí. Al cabo de un rato así él dijo:
-Me sorprende que no hayas huido, ¿no tienes miedo?
-He sufrido demasiado como para tener miedo de situaciones así.
-Parece interesante tú pasado, pero aquí no estamos por eso.- abrió el minibar y cogió una botella- ¿Un whisky?- Ella asintió con la cabeza y mientras los vertía en los vasos siguió hablando -La mayoría de chicas cuando un desconocido las invita a seguirlas y las lleva por callejones oscuros y las cierra en una habitación tan lúgubre intentan salir corriendo, alguna incluso no quiso utilizar la puerta y intentó salir por la ventana, ¿Por qué tú no?
-Estoy cansada de tanta rutina, quería ver que me ofrecías, aunque creo que este whisky no será lo único, ¿me equivoco?
-Además de guapa eres lista, eso me gusta.
-Pero dime una cosa, entre todas las chicas del bar ¿Cómo te has llegado a fijar en mi?
-Fácil, me fijé en la única que no dejaba que los hombre le pongan la mano encima y la traten como un objeto, que bailaba para divertirse con sus bonitas zapatillas azules y no para que se le acercaran, en la única que respeta un poco su cuerpo y prefiere no pasar frío a presumir.
-Osea, te fijaste en la rara.
-Podría decirse que si, pero siempre he considerado que en la rareza está el encanto.
-Pues pareces un hombre con muchísimo encanto.
-Suelen decir que lo soy.
Tras esto se produjo un silencio, ambos seguían bebiendo de sus vasos y mirándose a los ojos sin encontrar aquel secreto que se había perdido en las miradas. Así que siguieron toda la noche buscando aquel pequeño tesoro en las miradas, conociéndose más y más solo con el contacto de sus ojos mientras la noche avanzaba y la luz que entraba por la ventana cada vez se volvía más y más clara. Ellos seguían mirándose. Él se levantó, apagó la lampara, abrió la puerta y la invitó a pasar, siempre tan caballeroso, ella pasó y a la salida del pasillo se despidieron. Fue algo breve pero con sentimiento, y prometieron volver a la habitación la noche siguiente, y así durante el resto de su vida estudiando su mirada y conociéndose como ni ellos mismos podrían.

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Aquí un pequeño proyecto que me animó a hacer mi amiga DF (leerla  pinchando aquí).

Bueno, nada más por hoy, disfrutadlo y compartidlo. Seguid con vuestras cómodas vidas.

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