viernes, 4 de enero de 2013

Y las orejas heladas...

Hacía un año prácticamente que no había sentido esa necesidad, de que los gorros y gorras pasasen de ser algo estético a algo necesario; sí, siempre les había tenido cariño, un cariño especial, pero en el momento en que pasas a necesitarlo de verdad, ese cariño aumenta. Y voy a escribir y todo sigue igual, pero las ideas no fluyen, no brotan, y se te pasa la idea por la cabeza de que, como a Sansón le quitó la fuerza, a mi la falta de pelo me ha quitado las ideas, que estas no estaban en realidad en mi cabeza sino en la punta de mis pelos, y cuando hacía falta se introducían en mi cabeza y de ahí florecía un texto, porque ahora cuesta que las ideas fluyan. Así que sigo sentado en el lugar de siempre pero ahora los dedos no se resisten al frío porque están inertes; porque alguna idea si que llega, pero no la manera de continuarla y eso me frustra; y entre esa frustración vienen los recuerdos, y pienso que he tenido algunos momentos peores como escritor y que de todo se puede salir, la verdad que no importa demasiado el pelo, así que intento seguir mis propios consejos y echarle humor y positivismo a la situación, aunque yo sigo sentado y no puedo quitarme el gorro bajo ninguna circunstancia, porque lo que si que hacía ese pelo era tapar la indefensa zona superior de mis orejas, que ahora está helada.

Bueno, nada más por hoy, disfrutadlo y compartidlo. Seguid con vuestras cómodas vidas.

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