lunes, 25 de febrero de 2013

"La frontera de la cordura" Capítulo 2

Vidas paralelas
Los primeros rayos de sol entraron a través de la ventana de la pequeña cabaña de Satya y se despertó perezosamente; procedió como siempre, se levantó tranquilamente y con el mismo ritmo fue hasta la pequeña pila de agua para despejarse un poco, deshizo los enredos de su pelo y buscó entre la ropa y las cajas que formaban el relieve de su hogar algo que ponerse por si recibía alguna visita inesperada ese día a pesar de no considerarlo un opción demasiado probable; una vez cambiada salió fuera y pasó un largo rato en el pequeño banco que tenía junto a la puerta hasta que el frío aire de la mañana la despejó por completo, volvió a entrar en casa y preparó un escaso pero contundente desayuno, lo mismo de cada mañana, todo era pasividad y armonía. Vivía sola en su pequeña cabaña donde tenía lo justo, una cama, una mesa, a la que le daba todos los usos posibles, con tres sillas a su alrededor, una pequeña despensa con un fuego y estanterías llenas de paquetes y cajas, algunas que ni siquiera ella sabía como habían llegado ahí, algunas incluso que ni ella sabía que estaban. La aldea más cercana estaba aproximadamente a una hora de camino  pero había sido ella misma la que había elegido esa soledad, alguna vez alguno de esos aldeanos se acercaba a ver como estaba y le llevaba algún regalo, esos días disfrutaba de esa pequeña compañía pero cuando la noche iba a caer, el invitado debía irse y volvía a quedarse con sus dos mascotas, un gato blanco y uno negro a los que alguno de esos que iba a visitarla llamaba fantasmas o alucinaciones porque nunca los había visto a pesar de que ella afirmara que eran muy reales. La otra gran característica de su casa era su proximidad a la muralla de la Ciudad, nadie vivía tan cerca, lo cual lo hacía un sitio perfecto para conseguir esa soledad que buscaba. La gente normal comenzó a poner sus aldeas en algún lugar donde la Ciudad ya no se viera, les transmitía tristeza, se levantaba una nube gris que estropeaba aquel ambiente tan lúdico y festivo que se vivía, en ese lugar no existía la tristeza, noche y día eran una fiesta que nadie se quería perder, y al tercer alba era el momento de descansar. A Satya no le acababa de gustar, muy de vez en cuando se acercaba a la aldea y si podía se quedaba, pero no aguantaba todo ese alboroto tan constante, prefería vivir con una pequeña nube gris delante y poder sentarse en el banquito junto a la puerta a pensar o a escribir.
Fue en ese momento en que se fue a escribir cuando se dio cuenta que se había quedado sin papel donde plasmar esos pensamientos, y ante la imposibilidad de ir a buscar más hojas comenzó a buscar por todos esos baúles, cajas y cajones que, sin saber como, aparecían en su cabaña. Después de un rato buscando encontró una caja llena de polvo en uno de esos rincones en los que nunca había mirado, y buscando dentro de la caja encontró un hatillo donde estaba el tesoro que andaba buscando. Subió el paquete a la mesa y lo desanudó llevándose la gran decepción que todos esos papeles que había encontrado estaban ya escritos, así que los dejó sobre la mesa y siguió buscando entre todas esas cajas, pensando como habían llegado ahí, y tras un largo tiempo buscando sin éxito volvió su mirada hacia esa montaña de papeles que había dejado sobre la mesa y empezó a ojearlos. Esas hojas hablaban de la Ciudad, de su gente, también de Bentti, el hombre más sabio a ese lado de la frontera, de la Razón, el gabinete que tenía el mando dentro de la muralla, reuniones entre estos  y sobre la posible existencia de otras murallas. Cada hoja era más interesante que la anterior y antes de que la luz solar se acabara ya había leído todas y cada una de esas hojas hasta llegar a la última donde solo aparecía letra, una "M" que ocupaba toda la hoja. Salió de su cabaña y con los últimos rayos de luz del día miró la Ciudad, y pensó en todo lo que había leído y todo lo que debía esconder además de eso, y aunque siempre le habían dicho que no se acercara en ese momento le entraron unas ganas enormes de verla desde dentro.
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Este es el segundo capítulo de mi pequeño proyecto "La frontera de la cordura", respecto al tercero, igual tarda una semana más de lo normal en que lo publique ya que posiblemente no tenga tiempo a escribir durante estas dos semanas, igualmente esta vez tengo una idea más clara de por donde ir, así que no hay encuesta esta semana.

Bueno, nada más por hoy, disfrutadlo y compartidlo. Seguid con vuestras cómodas vidas. 

2 comentarios:

  1. Siempre me da un poco de corte dejar comentarios, pero ya que tú lo hiciste, ¡yo no iba a ser menos! :3

    Esta historia en concreto me está gustando mucho, las entradas de poesía no tanto, pero porque a mi no me gusta la poesía en general, aún así, ¡sigue así! ºuº

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  2. Pues me voy a proponer como reto que te guste alguna de mis poesías, si lo consigo espero que no te de corte comentarlo :P

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